Llevaba casi mes y medio sin tocar sus escamas ya tenía un mono bestial. La pesca del barbo a seca está en todo sus esplendor, y la jornada fue de lo más fructífera.
Frenéticos estaban. Atacaban como si tiburones fueran. Sacaban la aleta cuando se dirigían a la mosca como si de escualos se tratasen.
Tuve la ocasión de capturar ejemplares muy buenos. Pero sin duda, la palma se la llevó un precioso comizo que me hizo disfrutar de lo lindo pues no son habituales ni fáciles de capturar.
Algún buen ejemplar se me escapo, pero ahí quedan para la próxima.....